Explora con nosotros las particularidades de este día y conoce el techo del Polo Sur

Cada 11 de diciembre, el mundo celebra el Día Internacional de las Montañas, una ocasión para rendir homenaje a estos gigantes naturales que moldean nuestro paisaje, nuestra cultura y nuestras aspiraciones. Pero, ¿qué hay detrás de esta celebración, y por qué deberíamos todos tomarnos un momento para pensar en las montañas, ya sea que seamos alpinistas experimentados o simples admiradores de su majestuosidad?

El origen de esta celebración

El Día Internacional de las Montañas fue proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2002, a raíz del Año Internacional de las Montañas. Su objetivo principal es aumentar la conciencia sobre la importancia de las montañas para la vida, así como promover el desarrollo sostenible de las comunidades que habitan estos entornos. Las montañas son esenciales: albergan el 15% de la población mundial y suministran el 60-80% del agua dulce del planeta. Este día también nos recuerda la necesidad de proteger estos ecosistemas vulnerables frente a amenazas como el cambio climático y la sobreexplotación.

Montañas: mucho más que roca y nieve

Las montañas son refugios de biodiversidad, tesoros culturales y escenarios de aventuras inolvidables. Desde el Himalaya hasta los Andes, cada cordillera guarda historias de resistencia y maravilla. Nos inspiran con su grandeza y desafían a quienes se atreven a conquistar sus cumbres. Son, en muchos sentidos, la columna vertebral del planeta, conectando cielos y tierra en una danza eterna.

 

Explorando la Antártida: la Montaña Vinson

En el corazón del continente más inhóspito del mundo se erige el macizo Vinson, la montaña más alta de la Antártida, con una altitud de 4.892 metros sobre el nivel del mar. Descubierta en 1958 y nombrada en honor a Carl Vinson, un congresista estadounidense que impulsó la investigación antártica, esta cumbre es un sueño para los alpinistas más intrépidos.

Lo que hace a la montaña Vinson tan especial no es solo su altura, sino también su entorno extremo. Las temperaturas pueden descender hasta -30 °C en verano, y su ubicación remota la convierte en uno de los lugares más desafiantes para el ser humano. A pesar de las dificultades, la Vinson forma parte de las codiciadas » Siete Cumbres «, las montañas más altas de cada continente, y representa un verdadero testimonio del espíritu de exploración y perseverancia.

Antonio de la Rosa: un ejemplo de valentía en la Antártida

En este preciso momento, el aventurero Antonio de la Rosa se encuentra enfrentando su propio desafío antártico, avanzando en solitario hacia el Polo Sur Geográfico. Su travesía nos recuerda que las montañas y los polos comparten un espíritu común: son fronteras de lo desconocido, donde el ser humano debe recurrir a su ingenio, resistencia y pasión para sobrevivir. Mientras seguimos los pasos de Antonio, también reflexionamos sobre cómo los paisajes extremos como la Vinson y el Polo Sur nos conectan con lo más profundo de nuestra humanidad.

La conexión con el Día Internacional de las Montañas

Celebrar este día no solo es una oportunidad para maravillarnos con la naturaleza, sino también para comprometernos a protegerla. Las montañas, como la Vinson, nos enseñan que la grandeza viene acompañada de fragilidad. En un mundo en constante cambio, nuestras acciones, grandes o pequeñas, pueden marcar la diferencia.

Así que, mientras pensamos en las montañas, en sus cumbres cubiertas de nieve y en los aventureros como Antonio que las desafían, recordemos que cada paso hacia adelante, ya sea en una expedición o en nuestras vidas cotidianas, está impulsado por un deseo universal: alcanzar nuevas alturas.

¿Por qué no hay osos polares en la Antártida?

Imagina un paisaje congelado, donde la nieve y el hielo reinan, y la fauna se adapta a un mundo blanco y extremo. Ahora, piensa en un oso polar, ese majestuoso gigante blanco que domina el Ártico. Es un cuadro que parece encajar perfectamente, ¿verdad? Pero aquí está el giro: aunque la Antártida también es un desierto helado, no hay osos polares allí. ¡Y no, no es por falta de pingüinos para cenar! ¡Jajaja!

Una historia de aislamiento geográfico

 

El motivo detrás de esta ausencia tiene raíces históricas y evolutivas. Los osos polares (Ursus maritimus) evolucionaron a partir de osos pardos hace unos 500.000 años en el hemisferio norte. Mientras ellos prosperaban en el Ártico, el hemisferio sur tomaba un rumbo muy diferente. Hace unos 40 millones de años, la Antártida se separó de Suramérica, convirtiéndose en un continente aislado. Este movimiento tectónico no solo desencadenó la formación de la corriente circumpolar antártica, que hiela las aguas a su alrededor, sino que también marcó una barrera insalvable para la fauna del norte.

En resumen, los osos polares nunca tuvieron la oportunidad de emigrar al sur. Mientras tanto, la Antártida desarrolló su propio elenco de estrellas, como pingüinos, focas y ballenas, que no se enfrentaron a depredadores terrestres como los osos polares.

 

Pingüinos vs. Osos Polares: El duelo que nunca fue…

Si te preguntabas si los osos polares podrían compartir la Antártida con pingüinos, la respuesta sería, como cuando la gente responde a su situación sentimental: “Es complicado”… Mientras los osos polares dependen de las focas para sobrevivir, los pingüinos nunca tuvieron que enfrentarse a un depredador tan eficiente. En un hipotético encuentro, los pingüinos tendrían pocas posibilidades, transformándose en un bufet viviente para los osos.

 

Imaginando lo que no debe ser: ¡Osos polares en la Antártida!

 

¿Qué pasaría si, de repente, lleváramos osos polares a la Antártida?

Este escenario plantea algunas preguntas intrigantes y posibles consecuencias curiosas. Impacto en el Ecosistema Antártico

Un banquete inicial: Los osos probablemente se darían un festín con pingüinos y crías de focas. Sin depredadores naturales y con comida aparentemente ilimitada, sus números podrían aumentar rápidamente.

Desequilibrio ecológico: Sin embargo, la introducción de un depredador completamente nuevo alteraría profundamente el equilibrio natural. Las poblaciones de pingüinos y focas podrían disminuir drásticamente, afectando la biodiversidad y la estructura del ecosistema antártico.

Clima extremo y adaptación

Aunque los osos polares son adaptables, las condiciones extremas de la Antártida plantearían desafíos significativos. Tendrían que enfrentarse a temperaturas más bajas y vientos más fuertes que en el Ártico.

Problemas genéticos y aislamiento

Al estar aislados en la Antártida, los osos polares también podrían enfrentar problemas genéticos que podrían hacerlos más susceptibles a enfermedades y reducir su capacidad de adaptación a largo plazo.

La helda móraleja de un escenario polar “modificado”

La fascinante coexistencia de osos polares y el Ártico es un testimonio de la adaptación y la evolución. Aunque nunca veremos a estos majestuosos animales vagando por la Antártida, su ausencia allí nos recuerda la delicadeza y la complejidad de los ecosistemas polares. Conservar y respetar estos hábitats únicos es fundamental para mantener el equilibrio natural que ha tardado millones de años en formarse.

Así que la próxima vez que veas un documental sobre osos polares, recuerda: están en el lugar exacto donde deberían estar.

Espero que este artículo les haya despejado esa duda o curiosidad que pudo haber generado Antonio de la Rosa, cuando en su directo por Instagram, antes de viajar al Pólo Sur, comentó el hecho de que “no hay osos en la Antártida”.

Antonio de la Rosa está próximo a embarcar rumbo a Union Glacier esta noche

Después de un retraso de 12 horas debido a las condiciones climáticas, finalmente se ha confirmado el traslado aéreo de Antonio de la Rosa a la Antártica. El reconocido expedicionario parte desde Punta Arenas acompañado de un grupo de científicos y aventureros hacia la estación de Union Glacier. Estas condiciones climáticas obligarán a posponer el siguiente traslado hacia Hércules Inlet, el punto de inicio de su travesía. En virtud de lo que asoma el panorama climático en este momento para Antonio en la Antártica, su salida tentativa sería entre los días 6 y 9 de diciembre.

En un reporte reciente realizado por vía telefónica, Antonio mencionó que durante su estancia en Union Glacier asistirá a cursos y charlas que abordarán temas de seguridad, grietas, meteorología y otros aspectos de interés para quienes enfrentan las condiciones propias del ecosistema polar antártico, lo que le permitirá afinar su estrategia para enfrentar los desafíos que le esperan.

Agradecemos a nuestra comunidad por seguir este apasionante viaje y los invitamos a dar «me gusta» y compartir este reporte para apoyar y amplificar el alcance de esta hazaña épica hacia el Polo Sur Geográfico.

¡Acompañemos a Antonio en esta increíble aventura! ¡Vamoooss!

“Glaciar Unión”: El punto estratégico para el inicio de la expedición Polo Sur en Solitario

Rodeada de un paisaje donde el hielo parece infinito y el silencio se convierte en protagonista, se encuentra la estación polar Glaciar Unión, un punto clave para las operaciones científicas, de expedición y de logísticas en la Antártida. Este enclave, operado por la empresa ALE (Antarctic Logistics & Expeditions), se ha consolidado como un epicentro para investigadores, expedicionarios y aventureros que buscan adentrarse en uno de los lugares más inhóspitos y desafiantes del planeta. Este lugar será el punto de encuentro de Antonio de la Rosa, con el Continente Blanco.

Ubicada a 79°46′S y 82°52′W, la estación se encuentra a una altitud de aproximadamente 700 metros sobre el nivel del mar, al pie del imponente glaciar que le da nombre. Desde su apertura en 2010, Glaciar Unión ha facilitado no solo actividades científicas, sino también expediciones icónicas hacia el Polo Sur. Sus modernas instalaciones, diseñadas para resistir las extremas condiciones climáticas, ofrecen un refugio temporal donde los visitantes pueden aclimatarse, prepararse y planificar sus rutas en este continente helado.

Antonio y su desafío en solitario hacia el Polo Sur
En los próximos días, Antonio, un atleta y explorador extremo, comenzará su travesía en solitario hacia el Polo Sur desde Glaciar Unión. Esta expedición no solo representa un desafío físico y mental, sino también un tributo a la resistencia humana y a la búsqueda incansable de superación personal.

Antonio, quien ha dedicado meses a un metódico entrenamiento físico y logístico, usará la estación como enlace con su punto de partida en la Bahía de Hércules, donde iniciará su camino hacia el Polo Sur geográfico, enfrentándose a temperaturas que pueden descender por debajo de los -40 °C, vientos implacables y un terreno donde el hielo y la nieve ofrecen una resistencia constante. Durante la travesía, dependerá completamente de sí mismo, arrastrando su equipo en un trineo y tomando decisiones críticas en un entorno que no perdona errores. A continuación podrán acceder a un video en el que el propio expedicionario cuenta con detalles, aspectos destacados sobre lo que será su nueva experiencia en modalidad de expedición al polo sur geográfico, sin asistencia:

Glaciar Unión no solo le proporcionará un respiro previo a la odisea, sino que también simboliza el puente entre la civilización y la inmensidad desconocida. Desde este lugar, Antonio dejará atrás la seguridad de la humanidad para sumergirse en un viaje solitario que pondrá a prueba cada fibra de su ser.

Una conexión con el futuro del planeta
Además de ser un lugar para valientes expedicionarios, Glaciar Unión es un recordatorio del papel fundamental de la Antártida en el sistema climático global. Las investigaciones que se llevan a cabo en la región, desde el análisis de los glaciares hasta la monitorización del cambio climático, subrayan la importancia de preservar este delicado ecosistema.

Para finalizar este primer avance informativo sobre lo que acaba de comenzar en su etapa previa al viaje a Punta Arenas (Chile) y seguidamente a Glaciar Unión (Antártida) les compartimos algunas fotos de su despedida en Madrid. ¡Vamoooos! ¡Buen viaje de ida y vuelta Antonio!

 

 

PRÓXIMA EXPEDICIÓN: POLO SUR EN SOLITARIO

1.130 km en esquí de travesía (ski-pulk) al Polo Sur

Antonio de la Rosa enfrentará el gélido desafío austral sin asistencia

Por: Germán Briceño / 09-10-2024

Para Antonio de la Rosa, un aventurero español cuya vida gira en torno a las actividades de expedición y aventura, el Polo Sur representa un destino y una asignación pendiente desde hace más de una década. Se trata del escenario que completa su lista de exploración en los confines más hostiles y desconocidos del planeta. Su próxima expedición en solitario (sin asistencia) a través del inmenso desierto polar, es la culminación de un sueño y una prueba épica de resistencia física, mental y emocional.

La expedición tiene un objetivo que va más allá de lo personal: inspirar y sensibilizar sobre la fragilidad del ecosistema polar en un momento en que las condiciones climáticas presentan una significativa alteración que ha venido transformando el “rostro del planeta”. La proeza que se ha propuesto de la Rosa se convierte así en un llamado a la conciencia colectiva, recordándonos que la Antártida, ese vasto desierto helado tan ajeno, guarda en sus profundidades la historia y el futuro del clima de la Tierra, debido a su particularidad de resguardar la mayor cantidad de agua dulce del planeta.

 

La ruta solitaria y el peso de la supervivencia

Con un inicio previsto para el 5 de diciembre de 2024, Antonio partirá desde Hércules Inlet, en la costa de la plataforma de hielo de Ronne, arrastrando un trineo que carga con cada elemento vital para su supervivencia: alimentos, tienda, equipo especializado y hasta 100 gramos diarios de mantequilla que se suman a su dieta de supervivencia para mantener el calor corporal. Todo suma o resta, y cualquier detalle podría ser la diferencia para el éxito y supervivencia en esta travesía de 1.130 km en solitario.

Este desafío no solo implica soportar temperaturas bajo los -50 °C en determinados momentos, sino también la crudeza de la soledad absoluta. Una vez se adentre en el interior helado de la Antártida, Antonio se verá rodeado únicamente por el blanco infinito del hielo y la nieve, donde no hay rastros de vida ni un solo accidente geográfico que ofrezca refugio o sentido de dirección. Guiado únicamente por su brújula, luchará contra las ventiscas que podrían desviarlo kilómetros fuera de su curso, en un terreno donde no hay puntos de referencia.

“El viento es el gran enemigo, más aún que el frío”, señala de la Rosa. Y es que en un desierto helado, el viento puede hacer que la temperatura descienda a niveles que desafían la resistencia del cuerpo humano. En esas condiciones, aún la ropa más ligera se convierte en una carga pesada cuando se trata de avanzar sobre el hielo. La diferencia entre la vida y la muerte depende de decisiones meticulosas y de no dejar nada al azar.

La Antártida como el último umbral de resistencia humana

Los estudios sobre resistencia humana en ambientes extremos han demostrado que el cuerpo y la mente enfrentan pruebas extremas en condiciones de aislamiento y frío severo. De la Rosa no solo se enfrentará al riesgo de congelación o de agotamiento en esta expedición, sino también a las duras exigencias psíquicas de la soledad total, un fenómeno documentado por expertos en psicología de exploradores polares. El aislamiento en estas expediciones pone al cuerpo humano en estado de supervivencia, donde la capacidad de concentración, los sentidos y el instinto se afilan, pero también se enfrenta a sus propios límites mentales.

Las expediciones en solitario en la Antártida, como la de Juan Menéndez Granados, el único español que ha completado este trayecto sin asistencia a bordo de una bicicleta (fat-bike) halando un trineo, son pruebas de resistencia mental donde la soledad es el oponente más grande. De la Rosa se enfrenta a lo desconocido en cada paso; su única “conexión social” será a través de un teléfono satelital que lleva para efectuar reportes eventuales de su situación y poder compartir su “pesada carga emocional” en determinados instantes. En el frío antártico y con sus limitados recursos vitales, como el fuego que usará a partir de un hornillo portátil para derretir nieve o su pequeño refugio portátil (su tienda de campaña), son parte de los elementos claves para poder asumir y superar esa épica contienda psico-física que enfrentará durante un mes, tiempo que se ha propuesto emplear para poder alcanzar el Polo Sur geográfico. Sin duda, un símbolo poderoso, un recordatorio de la lucha constante entre el ser humano y los límites impuestos por la naturaleza, donde el mayor trofeo es llegar con vida. Lo anterior permite asomarnos a algunas de las razones y particularidades por las que esta expedición polar, asumida en solitario, no cuenta con el copioso “tráfico de personas” que logra alcanzar la cumbre del Everest.

 

Un reto personal y un compromiso global

A pesar de los peligros, la determinación de Antonio está impulsada por algo más profundo que el récord o el logro personal. Su travesía lleva un mensaje de concienciación ambiental en una región que hoy representa la vulnerabilidad del planeta. Con un presupuesto de 96.000 euros, su expedición ha sido posible en parte gracias a una campaña de financiación colectiva que no solo pretende apoyar económicamente, sino también involucrar a la gente en un proyecto que siente como una misión compartida. Cada bandera que ondeará en el Polo Sur representará el apoyo de quienes creen en la necesidad urgente de proteger estos paisajes primordiales.

Antonio de la Rosa no es un novato en estas luchas. En su historial figuran hazañas como la travesía del océano Atlántico a remo y la experiencia de enfrentarse al frío extremo en Finlandia y Alaska. Su misión de vida ha sido siempre llevar el cuerpo y el espíritu al límite, probando su resistencia en un entorno en el que cualquier error puede ser fatal. A diferencia de otros, él siente que su camino hacia el Polo Sur tiene un propósito mayor: despertar una sensibilidad ambiental que hoy es tan crucial como la misma supervivencia.

 

Un llamado a la aventura y al compromiso

A través de esta expedición, Antonio de la Rosa representa no solo el sueño del aventurero que busca conquistar el último rincón helado del mundo, sino también el espíritu de quienes creen que la vida tiene que ser vivida al límite, con propósito y conciencia. Su viaje al Polo Sur es una hazaña inspiradora, que habla del coraje de alguien que no teme a la soledad ni a los desafíos extremos. Para Antonio, llegar al Polo Sur no es el fin, sino la prueba máxima de su amor por la aventura y de su compromiso con el planeta.

A medida que se adentra en este viaje, no solo pondrá a prueba su cuerpo y su mente, sino también la capacidad de nuestra sociedad para conectar con las causas más esenciales. En la soledad helada del Polo Sur, Antonio no estará solo. Con él viaja el mensaje de millones que sueñan, como él, con un mundo que se atreva a salvar lo que es frágil y que, a la vez, nos conecta a todos.