En el mundo de las expediciones extremas, dos desafíos destacan por su magnitud tanto física como psicológica: ascender a la cima del Monte Everest y alcanzar el Polo Sur geográfico desde Hércules Inlet con esquí, sin asistencia y arrastrando un trineo de 70 kg. Aunque ambos son pruebas extremas de resistencia, estos retos no podrían ser más distintos en cuanto a sus dinámicas, peligros y significados, aquí te cuento lo detalles más significativos sobre sus particularidades de forma comparativa:
El Everest: Masificación y glorias fugaces
Altitud y riesgo de vida: El Everest, a 8.849 metros de altitud, representa una lucha constante contra la falta de oxígeno. Los escaladores enfrentan la temida «zona de la muerte» (por encima de los 8.000 metros), donde la supervivencia humana está comprometida. La hipoxia, el edema cerebral y pulmonar, y el agotamiento son amenazas constantes. Según el Dr. Peter Hackett, un destacado experto en medicina de montaña, «a esas alturas, cada movimiento consume energía crítica; la mente y el cuerpo están en constante deterioro».
Rescate y apoyo: A pesar de los riesgos, la masificación del Everest ha dado lugar a una infraestructura sin precedentes: sherpas, cuerdas fijas y cilindros de oxígeno ayudan a los escaladores a alcanzar la cima. Sin embargo, esto también ha traído problemas: contaminación, acumulación de cadáveres y rutas atestadas. Según el fotógrafo y montañista Manishh, «en días de mayor afluencia, el Everest parece más un mercado abarrotado que un lugar sagrado».
Peligros ambientales: La montaña más alta del mundo también es el basurero más alto. Se calcula que más de 10 toneladas de desechos, desde cilindros de oxígeno hasta carpas y desperdicios humanos, permanecen en sus laderas, impactando negativamente en su ecosistema.
Polo Sur: La última frontera de la soledad
Distancia y aislamiento: Cruzar más de 1.130 km desde Hércules Inlet hasta el Polo Sur geográfico es una prueba de verdadera soledad. Sin apoyo humano, ni sherpas, los aventureros enfrentan un ascenso constante hacia la meseta antártica, culminando en el punto más remoto del planeta.
Condiciones extremas: A diferencia del Everest, donde la altitud es el mayor desafío, la Antártida somete a los expedicionarios a temperaturas de hasta -50 °C, vientos de 60 km/h y una monotonía abrumadora bajo el «sol de medianoche». En palabras de Børge Ousland, explorador polar noruego, «la Antártida no tiene piedad. Cada decisión mal calculada puede ser mortal».
Fuerza física y mental: Mientras que los escaladores del Everest soportan breves periodos en la zona de la muerte, los aventureros del Polo Sur deben mantener un esfuerzo físico constante durante semanas. La alimentación es clave: ingieren hasta 6.000 calorías diarias en forma de alimentos hipercalóricos para contrarrestar la pérdida de peso y energía.
Impacto ambiental: Aunque la huella humana en la Antártida es menor, las expediciones polares enfrentan el dilema ético de la sostenibilidad en uno de los ecosistemas más frágiles del mundo.
El Everest y la Antártida: Un contraste filosófico
El Everest ha perdido parte de su misticismo debido a la masificación y el turismo extremo. Por otro lado, el Polo Sur permanece como uno de los últimos bastiones de la exploración pura. Quienes se enfrentan a este desafío lo hacen en completa soledad, dependiendo únicamente de su habilidad, resistencia y preparación.
Ambos retos requieren una preparación física y mental sobresaliente, pero mientras que el Everest ha sido conquistado por miles, la travesía al Polo Sur sigue siendo un logro reservado para unos pocos, manteniendo intacta su esencia de verdadera exploración.